La familia de plasmas Z1 de Panasonic es la máxima demostración de lo que puede hacer la casa con la tecnología. Son pantallas elegantes, y con muchas más luces que sombras. El televisor más grande de la familia es el modelo TX-P54Z1 de 54 pulgadas. No se trata ni mucho menos de un aparato económico. Su precio está en muchos comercios por encima de los 5.200 euros y los comerciantes del ramo van a tener que bajar un poco si quieren que los aficionados a la imagen lleven a cabo este desembolso, con la que está cayendo. En todo caso, hay muchos puntos a favor para invertir en esta pantalla, uno de ellos su diseño. Tiene un acabado muy atractivo, metálico en los bordes superior e inferior y negro en los laterales del marco.

Tiene detalles y aplicaciones de diversos materiales que contribuyen al efecto de belleza general, pero lo que más impresiona es su extremada delgadez: 24,7 mm, todo un récord para un plasma, pero que además en la versión de 54 pulgadas, aparenta ser mucho más delgado. Es como colgar un póster en la pared. Sin embargo, este alarde tecnológico tiene su precio. Para dejar la pantalla tan fina y atractiva ha sido necesario sacar parte de la electrónica a una caja multimedia que se esconde aparte y que además lleva la conectividad. Vuelta a los viejos inicios de la tecnología, cuando nos vendían “delgadas” pantallas de 11 o 12 cm, que tenían todas las tripas fuera en una caja que además producía calor suficiente como para asar brochetas. En este caso la caja multimedia no se calienta. Es más, para evitar la mayoría de las críticas, el fabricante ha hecho un alarde tecnológico eliminando los cables de conexión entre pantalla y caja.

La comunicación entre ambos aparatos se llevará a cabo siempre que la distancia no sea superior a los 10 m, y no hace falta mantener la visual. Esto quiere decir que la caja puede estar debajo de un sillón, o dentro de un armario. La transmisión es de alta definición, con una calidad sin tacha. La conexión se lleva a cabo mediante un enlace de dos módulos que por un lado se conectan a la pantalla y por otro lado a la sección multimedia. No es una solución original. Ya la habíamos visto en la pantalla 40ZX1 de Sony, pero en este caso el sistema sí es capaz de trabajar con imágenes 1080p/24. El panel de imagen es de tipo NeoPDP, y garantiza que mostrará la señal de vídeo con mejores colores y mejores negros, pero con un consumo eléctrico menor.

El TX-P54Z1, como sus otros compañeros de familia, incorpora la certificación THX. Esto quiere decir que su imagen ha convencido a los exigentes críticos que trabajan para Lucas, pero no tiene nada que ver con el sonido. Lo único que vale en estas pantallas, lo que resalta y justifica el precio es su imagen, y se ganan cada euro con un frecuencia de 600 hercios. Por cierto que es una de esas pantallas que se pueden conectar de forma limitada a Internet, a ciertos servicios como YouTube o Picassa, aunque resulta difícil entender qué interés tiene ver los videos de la conocida página en una pantalla de alta definición que resalta la cutrez de la comprensión de vídeo empleada. Por suerte cuando la señal procede de un Blu-ray producido en condiciones, no hay queja. Imposible hablar con la boca abierta.

De todas formas no es fácil acostumbrarse a estas pantallas, cada vez es más complicado hacerse al plasma. Con las nuevas generaciones de paneles lcd led, volver a las imágenes del plasma nos recuerda que son algo más oscuros, que tienen menos brillo, y hay que dedicarles un buen rato para convencerse de que la realidad es así, que no tiene colores de póster, sino colores naturales. La reproducción de vídeo quizá no sea tan buena con señales de resolución normal, pero el resultado es ágil con videojuegos, aunque esto quizá no sea suficiente por sí solo para justificar un precio tan elevado. El fabricante ha hecho todo lo posible para que el sonido acompañe, y no es tan escaso como en otros televisores del mercado. Incluso en ocasiones tiene ciertos destellos de emoción en los graves, pero con esos mimbres, no se puede hacer más. Es sonido televisivo, incluso futbolístico, pero no sirve para acompañar las aventuras de Bruce Willis.