Como los teléfonos, los reproductores y las teles, los ordenadores están llenos de componentes que mejoran cada día. Y los discos duros no iban a ser menos. La mayoría de nosotros hemos utilizado hasta ahora ordenadores con discos duros tradicionales HDD, un componente esencial que ha evolucionado hacia el SSD, siglas de Solid State Drive o disco duro con memoria de estado sólido. Pero veamos cuáles son las principales diferencias que existen entre los dos.

El disco duro tradicional es un componente mecánico que funciona a las vueltas de un disco. Los discos con memoria sólida SSD, en cambio, emplean memoria flash sin partes móviles (como un lápiz de memoria, pendrive o una tarjeta). El disco de estado sólido suele ser más rápido que el tradicional, tanto en la lectura como en la escritura. Lo mismo pasa con la velocidad de acceso a la información, ya que el disco de toda la vida tiene que girar y encontrar cada dato que le pedimos. Los discos SSD realizan la misma acción de forma casi instantánea.

El hecho de que estos últimos no lleven piezas móviles (discos físicos girando) evita el típico ruido de los discos duros tradicionales. Además, el rendimiento de los SSD suele ser constante.

Pero no todo son ventajas. La capacidad de los SSD todavía es limitada si la comparamos con la de los discos duros tradicionales. Los SSD tienen menos capacidad. Los más capaces disponibles comercialmente son de  capacidades de 256 y 512 GB, aunque ya existe algún prototipo de 1 TB. Los discos duros tradicionales están disponibles en versiones de más de 1 TB.

Los discos SSD no sufren fragmentación. La información se graba en cualquier sitio sin dejar espacios en blanco y no necesita constantes tareas de mantenimiento como los discos tradicionales.

El precio es todavía un obstáculo a batir. Los discos SSD son bastante más caros que los actuales. Cada GB de memoria puede llegar a costar entre 2 y 3,8 euros, cantidad que dista mucho de los 0,18 céntimos de euro que cuesta cada GB de los discos tradicionales.

En este sentido, y aunque los SSD son una alternativa que mejora el rendimiento de los dispositivos actuales, todavía carga con ciertas desventajas como son la lentitud en las operaciones secuenciales, la vulnerabilidad a campos magnéticos o a la electricidad estática y su vida finita, condicionada por el número de operaciones de lectura y escritura. Sobre un 1.500.000 ciclos.

Fotos de: Xayana, XayanaGamenerd