Bien construidos, dotados de la última tecnología en electroacústica y con un diseño de lujo. Estos auriculares representan el tope de gama de la firma japonesa. De hecho, aglutinan todo el saber hacer de los ingenieros de Denon. Y es que los responsables de su diseño no han dejado un solo cabo suelto para proporcionar a los entusiastas de la música calidad y fidelidad en la reproducción del sonido.

Su recinto es de madera Mahogany, una variedad exótica que proporciona un acabado sensacional, e incorporan unos minuciosos refuerzos internos necesarios para preservar su rigidez estructural y, de esta forma, proporcionar el máximo equilibrio tonal. Además, estos auriculares incorporan imanes de neodimio de gran potencia y altavoces de 50 mm con diafragma de microfibras. Su objetivo es garantizar una respuesta en frecuencia muy amplia, que no es otra cosa que la capacidad de restituir una gama muy extensa de frecuencias, desde las más elevadas (unos 45 KHz según Denon) hasta los graves con mayor pegada.

La calidad del cable de conexión es superior a la habitual en unos auriculares de alta gama con el objetivo de no degradar la señal. Para lograrlo, los ingenieros de Denon han utilizado un cable de cobre de gran pureza y libre de oxígeno al 99,99999%. Sí. Ni más ni menos que 7 nueves. Un cable ligero (uno pesado puede resultar incómodo). Incluso el empaquetado es muy cuidado (lo que buscan los amantes del lujo en la alta fidelidad).

¿Resulta razonable desembolsar 1.000 dólares (a Europa llegará con un precio similar en euros) por unos auriculares? La respuesta sólo será positiva para los que buscan la máxima calidad de sonido y piensan que el precio es un obstáculo a superar para disfrutar con la música con la misma calidad que en los conciertos en vivo. Sin duda, unos auriculares para aquellos audiófilos que buscan lo mejor de lo mejor.