La tecnología no está nada reñida con los clásicos. Así queda patente con el Phonophone II, un altavoz de lo más retro. El invento es de un diseñador industrial llamado Tristan Zimmermann, que ha querido recuperar la sonoridad de principios de siglo de la mano de los actuales iPods. Es ni más ni menos que una reconstrucción en cerámica de un gramófono de los de antes. Pero no funciona con discos de vinilo, sino que puede amplificar la música del reproductor portátil de Apple y cualquier otro MP3.

Eso sí, no lleva la habitual conexión dock, ni puerto USB ni una entrada de audio. Sólo hay que depositar los auriculares del equipo en una base que funciona a modo de oreja, y que se encarga de amplificar el sonido de forma natural, según un fenómento conocido como «amplificación pasiva». ¿Su principal ventaja? Que no consume electricidad, y por tanto no hacen falta ni baterías ni enchufes.

¿Su mayor inconveniente? Que no es lo más adecuado para los que quieran un sonido de este siglo. Según su creador, el aparato es especialmente útil para escuchar blues, música clásica o folk y poco recomendable para la música electrónica o el rock, estilos dónde los bajos son mucho más intensos y no conjugan bien con el funcionamiento de un gramófono. Por no mencionar el hecho de que casi siempre perderemos calidad al escuchar música en formato digital a través de un sistema analógico.

Con todo, este amplificador «natural» consigue una potencia de 55 decibelios, y no deja de ser un objeto muy atractivo para los amantes del vintage. Está a la venta de forma exclusiva en la tienda Charles&Marie por 500 dólares (unos 317 euros al cambio actual), una cantidad algo excesiva por un equipo de estas características técnicas. Por 100 dólares más (unos 380 euros al cambio en total) hay una edición limitada de 200 unidades en color negro, todos ellos para el disfrute de los amantes de la decoración.

Vía: Coolestgadgets