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Cuando ya habíamos pensado que Nicholas Negroponte se había dado por vencido, nos equivocábamos. Este tecnócrata obsesionado con implantar el uso (y la necesidad de uso) de ordenadores en las zonas más deprimidas del planeta ha iniciado una nueva embestida. En este caso, para que los niños de los países en vías de desarrollo se preocupen más por conectarse a Internet que por hallar una solución real y certera a sus tristes situaciones sociales.

La OLPC (organización comandada por este pope de la tecnología “social”, que responde a las siglas de One Laptop Per Chlidren, o un portátil para cada niño) ha iniciado la tramitación para comerciar con un nuevo dispositivo: la XO-3. A diferencia de los portátiles económicos que conocíamos, ahora Negroponte ve mejor meterle entre ceja y ceja a los niños de países tercermundista una TabletPC táctil, de plástico flexible y con la posibilidad de ser utilizada por dos usuarios simultáneamente (qué buen corazón, Negroponte, fomentando el espíritu de la generosidad entre nuestros hermanos más necesitados…).

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La fecha planeada para el desembarco de este instrumento de colonización tecnológica es 2012, y el precio, 75 dólares (unos 53 euros, al cambio actual). Eso sí, luego habrá que vigilar si la OLPC no rebasa el precio que anuncian, ya que con una de las versiones anteriores, el XO, el coste de adquisición creció de cara al consumidor final (como lo que ocurre en Occidente, pero con menos escrúpulos).

Algunas de las funciones alternativas para esta XO-3 serán la de lector de libros electrónicos o cámara de fotos. Y dado que el público objetivo demanda, ante todo, comodidad, este dispositivo incorpora una anilla para poder llevarlo cómodamente de asentamiento en asentamiento. Tiene usted un ojo de primera para sus clientes, señor Negroponte.

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Sea como fuere, esta organización parece empecinada en implantar el uso de la tecnología en zonas donde las enfermedades, el hambre y la falta total de acceso a los recursos propios y a la educación son problemas mucho más acuciantes que acceder a Internet o tener un ordenador chulo con el que vacilar ante los amigos. Desde luego, un plan muy errado para la infancia de los países necesitados.

Vía: La Información