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Aunque ya se han estrenado otras películas en tres dimensiones, es James Cameron con su  Avatar quien ha destapado definitivamente la caja de los truenos. Prácticamente desde el primer instante de la producción, la industria se percató de que podían convertir la imagen en 3D es el nuevo grial, la nueva palanca que va a permitir seguir vendiendo televisores a ritmo sostenido. Es por eso que durante los próximos años, 3D es la etiqueta que no podrá faltar en ninguna de las piezas de equipamiento doméstico.

Como suele ocurrir, la industria se ha decantado no por la tecnología más perfecta o cómoda, sino por aquella cuyas investigaciones estaban más avanzadas. Es por eso que en el campo del cine doméstico se va a imponer de momento la tecnología de polarización alternativa. Se basa en el hecho biológico de que los dos ojos contemplan la misma imagen, pero ven cosas diferentes derivadas de la ligera distancia que separa uno del otro. El cerebro une estas dos imágenes diferentes, y crea el efecto profundidad. La tecnología elegida proyecta primero el fotograma correspondiente al ojo derecho, y después el correspondiente al ojo izquierdo, y así en rápida sucesión. Para el ojo desnudo esto es un galimatías borroso, con lo que hace falta un dispositivo que permita discriminar las imágenes de manera que cada ojo vea sólo aquellas que le corresponden. Eso es lo que hacen las gafas de obturación alternativa.

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Son gafas que en lugar de cristales normales, tienen paneles de cristal líquido que en estado normal son transparentes, pero una vez polarizados se oscurecen al extremo de no dejar pasar la luz. Transparentan cada cristal alternativamente para que cada ojo vea solamente los fotogramas o cuadros que le corresponden. El oscurecimiento alternativo se lleva a cabo en sincronización con la pantalla de visionado que puede ser un televisor, un monitor de ordenador, o incluso un proyector de cine doméstico.

Pero, ¿qué hace falta para poder disfrutar en casa de video 3D? En primer lugar, hacen falta contenidos. En un futuro cercano llegaran a través del satélite, del cable o de los canales de televisión digital, pero por el momento y que conformarse con películas en formato Blu-ray, el único disco con capacidad suficiente como para almacenar archivos de video con la calidad requerida. La industria ha decidido mostrar 60 imágenes por segundo para cada ojo, de manera que los reproductores Blu-ray preparados para cine tridimensional tienen que poder trabajar como mínimo con frecuencias de 120 Hz.

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En segundo lugar, hace falta una pantalla compatible con las imágenes en HD 3D, como las están a punto de comercializar fabricantes como Samsung, Sony, o Sharp entre otros. No es una prestación demasiado cara, y por eso poco a poco todos los fabricantes lo incorporaran. Casi todos van a mostrar imágenes a 120 Hz, pero algunos, para reducir el parpadeo y la fatiga ocular duplicarán el número de imágenes trabajando 240 Hz. Sólo algún televisor de la más alta gama trabajará con 480 imágenes por segundo. El único fabricante que en principio ha renunciado al 3D en la mayoría de sus televisores y reproductores es LG.

Además, es preciso disponer de unas gafas obturadoras que recibirán la señal de sincronización desde el televisor. Todos los televisores 3D incorporan en la parte trasera un conector a través del cual se envía la señal de sincronización que indica que ojo hay que oscurecer en cada momento. Allí se conecta una pequeña caja que envía la señal de forma inalámbrica a las gafas que lleva puestas el usuario, y que llevan pilas en recargables. Una caja puede alimentar a centenares de gafas, porque no es más que una señal genérica de radio.

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Ante la falta de contenidos, algunos fabricantes como Sony y especialmente Toshiba han reaccionado creando sistemas de cálculo capaces de crear imágenes tridimensionales a partir de fuentes en dos dimensiones. Esto implica que los espectadores podrán coger cualquier película de su biblioteca, por ejemplo Terminador, y poniéndola en un televisor especial como los de la serie Cell de Toshiba, podrán ver la película con un efecto falso de tres dimensiones. Esto requiere una capacidad de cálculo enorme, y no es de extrañar que los fabricantes hayan seleccionado los procesadores Cell incorporados en las últimas Playstastion.

Esta tecnología no es la más adecuada ni la más cómoda, pero elimina algunos problemas de emborronamiento y de dolor de cabeza que se producían con las viejas gafas bicolores. Por desgracia requiere la compra de unas gafas cuyo precio en el mercado oscila entre los 70 y los 100 euros, y que pueden acabarse convirtiendo en un electrodoméstico más de la sala de cine doméstico. Panasonic va a regalar unas gafas con algunos de sus plasmas de última generación, pero hacen falta unas gafas para cada espectador.