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A estas alturas de la película poco se puede dudar de interés del fabricante japonés Buffalo de hacer del USB 3.0 su bandera comercial en el sector del almacenamiento. El último modelo que se suma a su catálogo de discos duros externos de alta velocidad es el Buffalo SHD-PEHU3. Este dispositivo es, si cabe, algo más veloz que la media del mercado.

Al menos, en intenciones. El Buffalo SHD-PEHU3 se nutre de un dispositivo SSD, lo cual supone que desarrolle procesos de lectura y escritura más rápidos. Aunque dado que el canal de comunicación es el USB 3.0, las tasas finales no podrán superar los cinco GB teóricos que promete este sistema. Estará disponible en tres formatos con precios de infarto: 64 GB por 282 dólares (unos 211 euros, al cambio actual), 128 GB a 510 dólares (unos 382 euros, al cambio) y 256 GB por, atención, 1.080 dólares (nada menos que 808 euros, al cambio). Es para pensárselo… u olvidarse.

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El hecho de que estos Buffalo SHD-PEHU3 sean tan caros tiene su respuesta en la tecnología que emplean. Los discos SSD (memorias sólidas sin partes móviles) consumen menos energía que las unidades convencionales, además de no emitir prácticamente ruido alguno.

Para muchos usuarios, ese es un valor añadido que no importa pagar, aunque los beneficios de este sistema tienen, como vemos, su contrapartida en unos costes que no pueden ser asumidos por cualquier cliente.

Este Buffalo SHD-PEHU3, cuyo sistema de conexión conserva la retrocompatibilidad con puertos USB 2.0, cuenta además con esa espada de Damocles de los sistemas USB 3.0: por un lado, se obtienen unas tasas de transferencia entre dispositivos diez veces más rápidas que con conexiones convencionales; pero por otro, se requiere que el ordenador disponga de una bahía USB 3.0, y aunque hay fabricantes que se están actualizando al nuevo estándar, aún son minoría los equipos que incorporan este tipo de puertos.