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Los teléfonos móviles se ha instalado en nuestras vidas, y se han apoderado de nuestra tranquilidad. La mayoría de las personas hacen uso correcto del teléfono móvil, pero hay usuarios compulsivos, que descuelgan el teléfono en los lugares menos adecuados, incluso en los entierros, incluso en las reuniones de trabajo. Por eso ya hay algunos negocios que instalan inhibidores de frecuencias para impedir que los teléfonos suenen donde no deben, por ejemplo en cines, lugares de culto o restaurantes.

Lo malo de los inhibidores de frecuencias es que son objetos muy voluminosos, con una gran antena, que pesan un montón y que cuestan un ojo de la cara. Como dirían los viejos seriales, ¿es que nadie va a venir a salvarnos? Pues sí. En una tienda china llamada Chinavision tienen un inhibidor personal de frecuencias, tan pequeño como un teléfono móvil, y que cuesta apenas 36 dólares.

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Este pequeño dispositivo puede bloquear las llamadas entrantes y salientes de los móviles en un radio de unos 10 m. También puede bloquear las frecuencias de los dispositivos GPS, con lo cual puede resultar útil para paranoicos que piensen que les han instalado un localizador en el automóvil. No se trata de un aparato complicado. Basta sacarlo de la caja y ponerlo en marcha para que inicie su tarea.

De todas formas hay que tener cuidado. Hay algunos países donde este tipo de dispositivos no son legales, aunque fuerzas de seguridad, embajadas e instituciones los utilicen asiduamente para evitar la activación de bombas mediante teléfono móvil. Si ellos lo usan, por qué no va a poderlo utilizar un ciudadano de a pie para crearse una pequeña, diminuta burbuja de tranquilidad. Ideal también para evitar el espionaje en reuniones de negocios que deben mantenerse como privadas.