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En el mercado hay altavoces de graves profundos o subwoofer que sólo meten ruido en las películas. En cambio hay otros que convierten el ruido en arte. El subwoofer ASW608 de B&W no es una de esas bestias desbocadas que son capaces de arrancarle las zapatillas al vecino de al lado. En cambio es un altavoz creado para sonorizar con precisión habitaciones de tamaño mediano e incluso pequeño, como el típico salón doméstico en sesiones de cine casero. No es un aparato grande ni engorroso. Tiene unas dimensiones de 260 por 260 por 330 milímetros para un peso de casi 9 kilos.

Es un altavoz de graves capaz de trabajar con frecuencias entre 24 y 140 Hz, con una potencia máxima de 200 W. Son los típicos graves que no sólo se oyen, sino que además provocan una sensación táctil a flor de piel. Para ello el ASW608 emplea en un cono de 20 cm de diámetro, capaz de mover grandes volúmenes de aire con rapidez y sin fatiga.

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De la potencia se encarga un amplificador de clase D, capaz de aportar velocidad y detalle, pero que además puede trabajar a elevadas potencias sin calentarse incluso cuando la banda sonora de las películas requiere un esfuerzo sostenido. Igual capacidad de resistencia tiene el cono, creado a partir de una combinación de pulpa de papel, fibras de Kevlar y resina. El resultado es un diafragma capaz de desarrollar grandes esfuerzos sin quebrarse, porque  tiene un diseño específico que los de B&W llaman “seta”.

Este diseño consiste en una construcción que une el cono, la tapa guardapolvos y la bobina móvil mediante un bastidor interno fuerte y resistente a la par que ligero. Este cuidado en la construcción también se ha llevado a la caja, sellada herméticamente y con refuerzos internos para evitar vibraciones indeseadas. La conectividad del equipo consiste en una entrada de línea, otra para altavoz, y por fin una toma de 12 V para un disparador remoto. Cuesta 450 euros, demasiado caro para desperdiciarlo con uno de esos s sistemas que venden en los supermercados de la electrónica. Aunque se puede regular el volumen, para los más exigentes resulta demasiado atronador como para complementar un equipo estéreo dedicado a la reproducción de estilos complejos como el jazz o la música clásica.