Brother acaba de anunciar el lanzamiento del modelo SV-70, un lector de libros electrónicos más barato que el modelo SV-100 que ya está en su catálogo. Se trata de una máquina con unas dimensiones de 237 por 247 por 15.5mm, y que calza una pantalla con una diagonal de 9,7 pulgadas, capaz de ofrecer una resolución de 1200 por 825 píxeles. Hasta aquí, apenas se diferencia en nada de su hermano mayor y más caro.
Las diferencias comienzan en el momento en que se echa un vistazo a la memoria. No dispone de memoria interna, pero tiene una ranura microSD. De serie viene con una tarjeta de dos gigas, suficiente para almacenar unas 500 páginas. Es espacio más que suficiente para alojar un buen puñado de informes financieros, o un par de libros , siempre y cuando no se trate de de un tomo de Tom Clancy. Por otro lado, no dispone de conexión Bluetooth. Habrá algunos usuarios para los que ésto es un defecto imperdonable, pero no todo el mundo va a utilizar el lector como herramienta para intercambiar textos, y seguirán haciéndolo como hasta ahora a través del ordenador, mediante correo electrónico, etc.
No cabe duda de que esta máquina de Brother pertenece claramente a la categoría de los poco nómadas. Hay una segunda pista que nos indica claramente por donde va su vocación. Es un aparato compatible con todo tipo de formatos de texto y de gráficos, como los de Office, siempre que se procesen previamente con un programa propio, lo que nos avisa de que va a estar dirigido sobre todo al sector corporativo, para que los ejecutivos puedan examinar memorandos, informes, etcétera, y esto a su vez se traduce en un precio fuera del alcance del mercado de consumo.
Este reproductor es capaz de trabajar hasta 83 horas entre recargas, para que los usuarios no tengan que preocuparse de si queda o no batería. La pantalla es totalmente reflectante con lo que asegura una alta visibilidad, y además tiene cuatro tonos de gris y un contraste mejorado para disminuir la fatiga visual. Por fin, es posible restringir el uso mediante una contraseña que se puede almacenar en una tarjeta microSD. Sin contraseña, el aparato vale tanto como un ladrillo.