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Empieza a despegar con fuerza y continuará expandiéndose durante los próximos años. Es el libro electrónico, la versión digital de los tradicionales libros impresos adaptada a la vida del siglo XXI. Pero no están hechos de papel. Estos ebooks son archivos informáticos que contienen el texto, generado a partir de un editor (como Word, por ejemplo) o escaneado a partir de las hojas de una novela, obra de teatro o libro divulgativo. Eso permite que podamos guardar cientos de ellos en soportes como un PC o un disco duro.

Pero si no tiene hojas de papel, ¿dónde y cómo se leen los libros electrónicos? La versatilidad de este nuevo formato permite que podamos leerlos en diferentes aparatos. Puede ser un ordenador, un reproductor multimedia de bolsillo o incluso un teléfono móvil. No obstante, la opción más apropiada es sin duda utilizar un lector de libros electrónicos. Y para explicarte en qué consisten esos dispositivos hemos confeccionado esta guía orientativa, donde analizamos qué los hace tan particulares.

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La tecnología de tinta electrónica

Un lector de libros electrónicos es algo así como una tableta rígida a tamaño cuartilla, con varios botones (o no) y una pantalla muy especial. Tanto, que ni siquiera es realmente una pantalla. Realmente se trata de una lámina de tinta electrónica, una tecnología en la que la compañía Xerox comenzó a investigar allá por la década de los 70. Actualmente el principal proveedor es la empresa E Ink.

Una de sus principales ventajas es que resulta mucho menos agotador para la vista que un monitor de ordenador. Algo fundamental si vamos a leer durante un tiempo prolongado. Ello se debe a que la imagen no se está actualizando constantemente, sino que permanece impresionada sobre el papel electrónico. Además, el papel electrónico no se ve afectado por los reflejos del sol y tiene un ángulo de visión más amplio que una pantalla convencional.

Y otra de sus mejores bazas es que el consumo de energía que requieren es muy bajo. De nuevo, es un hecho derivado de que la imagen permanezca fija, en lugar de refrescarse constantemente como en el monitor de un PC. Por tanto, sólo hace uso de la batería cuando actualizamos la pantalla. Es decir, cuando borramos el contenido de una hoja y lo rellenamos con el texto de la siguiente.

Ventajas de los libros electrónicos

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Recordemos que los libros electrónicos funcionan a todos los efectos como cualquier otro archivo informático. Eso quiere decir que podemos cargar cientos de ellos a la vez en el lector, sin tener que llevar a cuestas un montón de tomos pesados. Por ejemplo, al ir de viaje puedes llevarte una buena colección de novelas sin que aumente el peso de tu equipaje. Y si al empezar una de ellas te das cuenta de que no te gusta, basta con navegar entre los títulos que hayas incluido y escoger otro de tu agrado.

Por no mencionar que ahorras el trámite de ir a buscarlos a la librería o biblioteca. Puedes descargarlos a través de Internet con un par de clics, y en muchos casos de forma totalmente legal y gratuita. También existen tiendas virtuales que venden sus ediciones a precios asequibles (entre 5 y 20 euros).

Y lógicamente resultan más ecológicos, como ya han corroborado algunos estudios. Su bajo consumo de energía, su bajo nivel de emisiones y el hecho de que no requieran papel impreso hace que su impacto sobre el medioambiente sea menos agresivo. Aunque no hay que olvidar que la fabricación del dispositivo lector sí puede conllevar efectos nocivos, como sucede con cualquier otro aparato electrónico.

Principales inconvenientes

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A día de hoy los lectores de libros electrónicos no son tan asequibles como nos gustaría. Ninguno de los principales modelos, entre los que se encuentra el Sony PRS-700 o el famoso Amazon Kindle (que ya va por su segunda versión), baja de los 350 dólares (262 euros) en el mejor de los casos. Lo habitual es que se sitúen en torno a los 300 euros y, en casos como el de iLiad, pueden llegar a costar hasta 600 euros. La posibilidad de leer infinidad de libros de manera gratuita lo compensa en parte. Pero, a pesar de ello, siguen suponiendo un desembolso importante.

También cabría mencionar los estudios realizados por el Centro Nacional para el Estudio de la Lectura en Noruega. Estos informes concluyen que la lectura en dispositivos electrónicos se produce de manera poco consistente y sin prestar la debida atención. En cambio, el libro físico facilitaría la concentración, en parte debido al contacto físico con las hojas, que aportaría cierta seguridad. Pero al mismo tiempo porque el libro impreso sólo tiene una función (la lectura), mientras que a un lector de ebooks lo asociamos inconscientemente con otras actividades debido a su versatilidad (escuchar canciones en MP3 o incluso tomar anotaciones). Y es que muchos modelos permiten acceder a blogs y periódicos online, siendo Internet un medio considerado por los expertos como excesivamente fragmentario para la lectura.

El futuro del libro electrónico

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Pese a que lleva varias décadas gestándose, el desarrollo de los lectores de libros electrónicos no ha hecho más que empezar. De hecho, aún queda por aprovechar una de las principales virtudes del papel electrónico: su absoluta flexibilidad. Actualmente todos los modelos llevan una lámina a modo de pantalla en un dispositivo rígido. Pero se estudia la manera de fabricar lectores que puedan plegarse y enrollarse. De este modo podríamos transportarlos en el bolsillo y, al mismo tiempo, disfrutar de una superficie de mayor tamaño para la lectura.

Otra de las barreras que podría superar en el futuro es la del color. La tecnología de tinta electrónica sólo permite impresionar imágenes en monocromo. De momento es más que suficiente para la lectura de un libro convencional. Pero se antoja insuficiente para formatos como el cómic a color o ensayos ilustrados sobre fotografía, por ejemplo. De ahí que los fabricantes se hayan puesto manos a la obra, y que una personalidad influyente como Rupert Murdoch tenga intención de lanzar un lector a todo color.

Pese a todo, tanto las grandes empresas como las editoriales tradicionales parecen dispuestas a entenderse. Y es que, a pesar de todo, no debe descartarse que tanto el libro tradicional como el ebook puedan convivir en el mercado durante los próximos años.